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17 de octubre de 2015

Otra vez.

Hoy volví a soñar contigo, y no sé por qué. Quizás porque tenemos algo pendiente, aunque solo sean dos palabras que duren dos segundos en el aire. O tal vez porque volví a ver una foto tuya, tu número de teléfono y para mis entrañas pensé en donde estarías, en cómo estarías y si tu también te acordarías de mi como lo hago yo. Ese mini-instante en el que algo de mi pensó que te echaba de menos. Solo sé, que en ese sueño hacíamos algo que solíamos hacer y que nos encantaba... no recuerdo exactamente que era, quizás esos cafés interminables, esa charlas de madrugada o ese abrazo, ese beso que nunca quería que acabase. Quizás es porque en ese instante del día, en el que estoy con las defensas bajas en el momento de dormitar, mi cerebro sólo saca a relucir los buenos momentos y elimina los malos, provocándome las ganas de volver a verte. Sin embargo, en la vigilia pienso en lo irreal que ha sido y que cada cosa buena contigo no suplía lo mal que me hacías sentir. Que bueno es, que los sueños solo sueños son, y que en el momento en el que estoy despierta me doy cuenta de que a pesar de que no cerramos el libro, tan sólo arrancamos la hoja; no te necesito, ni te echo de menos, porque me he dado cuenta de que estoy mejor sin ti.

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